Otra vez me derrumbo, joder no es la primera. Suerte que aún tengo a las gatas a mi vera. Corro como una gacela, desfallezco en la acera. Llueve todos los días y aún no es primavera. Conciertos en okupas, amistades pasajeras… Algunas sonrisas todavía son verdaderas. Mi familia del Trece, las brujas y las fieras, amores que acompañan aunque vayan donde quieran. Hacernos más fuertes, nuestra prioridad primera. Sobran las palabras, autoridad no se tolera. Perdona, si te incomoda, ahí tienes la puerta, no tengo ganas de explicarte por qué estamos en guerra.
Vigilar y castigar no está en nuestro vocabulario, nos hacemos grandes luchando en el extrarradio. Leemos mil fanzines y comemos vegano, pillamos del container los mejores avocados. La jodida policía mejor fuera del barrio, a los seguratas siempre los vacilamos… Si nos pillan mangando, nosotras improvisamos. Ojos de complicidad en cada uno de nuestros tramos. Nos respetamos, cuidamos los tiempos. Aullamos porque estamos en revuelta por dentro. Toda nuestra existencia es continuo movimiento. ¿Lucha de clases o drama de sentimientos? Pintamos los muros, porque queremos tirarlos. Montamos mil proyectos para que ardan los bancos. Rompemos cristaleras, cajeros, concesionarios; lo hacemos porque creemos que todo es necesario. Desde montar una huerta hasta un centro social, nosotras nos adherimos a todo lo criminal. Con orgullo. Y caminamos lento, atravesamos vientos, corremos a contra tiempo, no cesamos en intentos.