Compañeras en prisión usadas como cobayas. Cobayas asesinadas para que sanen tus llagas. Llagas que derraman sangre dentro de los mataderos. Mataderos que se financian con vuestro dinero. Dinero para comprarte un jodido móvil nuevo: compuesto por coltán – guerra sucia, frío acero. Acero de la mina que ha arrasado un bosque entero. Entero me mantengo pero quiero llorar fuego. Fuego, a cada madero, a cada capo de la droga que ha aplacado el movimiento. Movimiento inexistente que debe tornarse fuerte. Fuerte como el salmón luchando contra la corriente. Corriente destruida por la fábrica y la máquina. La máquina procesa el flujo de tus lágrimas. Lágrimas al suelo antes de un nuevo suicidio. Suicidio por no aguantar el ritmo del delirio. Delirio que nos somete a un proceso esquizo. Esquizos y orgullosos, escalamos abismos. Abismos infinitos que crea el capitalismo para que nos perdamos dentro de sus dominios. Dominio es lo que queremos destruir. Destruir porque desde aquí no podemos construir nada bueno, nada sano, nada claro. No creéis más sistemas condenados al fracaso.
La danza del vacío y el ocaso. El ocio del capital al final de cada vaso. Las noches de hastío y el fracaso. El amor del capital al principio de cada beso.